viernes, 6 de marzo de 2009

REFLEXIÓN Y ESPERANZA

Yo también, como humano, puedo tener una enfermedad mental, pero... con mi esfuerzo, la ayuda de mi familia y la aceptación y respeto de la sociedad, puedo mejorar mi calidad de vida y la de mi familia, e incluso... sanar.

En general, cuando hablamos o pensamos en enfermedades mentales, las vemos como irreversibles, intratables, tabú, etc., y si nos afectan de forma directa, en ocasiones, intentamos ocultarlas por una serie de perjuicios que más que ayudarnos en imagen y prestigio nos inducen a recluirnos en el estrecho circulo del enfermo y su entorno limitando de forma muy importante las posibilidades de mejora de la enfermedad, en detrimento de la calidad de vida del enfermo, de su familia y las posibilidades de recuperación o mejora de la enfermedad.

Es muy importante:

-Trabajar para que el enfermo tenga conciencia de la enfermedad... poco a poco, con esperanza y con paciencia. Cualquier avance, por pequeño que sea será un logro.

-Asumir ante la sociedad, por parte de la familia, la existencia de la enfermedad. No es ninguna vergüenza, todos podemos ser enfermos mentales al igual que enfermos físicos, y en estas enfermedades tenemos que conseguir concienciarnos y considerarlas normales como otras: artrosis, asma, reuma, etc. La transmisión de normalidad de la familia al enfermo y resto de la sociedad favorecerá la asunción de conciencia de la enfermedad por todos, y en especial en el enfermo, que aceptará mejor la medicación, tratamientos, terapias, etc., avanzando y animándolo en su mejora.

-Defender la normalidad de la enfermedad, propiciando que la sociedad tenga conciencia y acepte de forma normal la convivencia con los afectados y que ellos no se sientan discriminados ni distintos, sino aceptados, comprendidos y apoyados, lo que propiciará su integración a la sociedad, no su rechazo y temor a esta.

-Aparte del apoyo moral, para aumentar la calidad de vida de familiares y enfermos, deberíamos trabajar intensamente, unidos, cuantos más mejor, sin perjuicio de respetar la individualidad de cada caso, en conocer los recursos y medios existentes y en gestionar estos recursos en beneficio de los enfermos y familias, asegurando en la mayor medida el futuro de nuestros enfermos cuando los ascendientes y familiares directos falten.

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